Foto: http://running.competitor.com/
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Muchas veces trato de tomarme unas pequeñas vacaciones luego de una maratón para relajar un poco. Relajo todo: dieta, intensidad de deporte, esfuerzo laboral… todo! Me regalo unos días para restablecerme de la descompensación. Quien no corre no lo entendería. Siempre lo decimos. Desde estas vacaciones, escribo hoy.

Esta Lima42K pude entrenar con un increíble grupo de amigos que, muy disciplinadamente, como solo nosotros los corredores podemos, se despertó más de una veintena de veces antes de las 5 a.m. para salir a entrenar. Ya las últimas semanas no se puede más y el desgaste psicológico, físico e inmunológico es evidente. De ahí la descompensación. A eso se suman las sensaciones de carrera. Estoy seguro que hasta Eliud Kipchoge, mientras intentaba bajar las 2 horas en Monza, se preguntó lo mismo al menos por una fracción de segundo a lo largo de su corrida: ¡Por qué rayos me metí en esto! ¿Por qué salir a correr?

Sin embargo, el mismo lunes, los mensajes de Whatsapp de mi grupo de entrenamiento llegaban a mil.

-Oigan, estoy triste. Creo que estoy deprimida.

-Chicos estoy muerto de pena, no sé por qué.

Uno tras otro. Todos preguntándonos por sensaciones de tristeza incomprensibles ese lunes, terminada la celebración. Como si nos hubieran quitado algo. Esta era la cuarta vez que lo sentía. Pero ya aprendí. Comer, nueva meta y vacaciones. Santo remedio.

Desde cruzar la meta hasta el martes en la noche he comido en Isolina, Don Tito, Papachos, la causa de la casa de mi mamá, La Bonbonierre y torta de chocolate en casa de mi suegra. En medio de fotos de lo que cada quien comía nuestro propio grupo de entrenamiento comentaba su depresión y se recomendaba salir de ella entre hamburguesas y nuevas partidas. Buenos Aires, Chicago, Media Maratón de Lima, RPP, El Cruce, de todo por dejar atrás la pena. Increíblemente, una hora antes de la meta me preguntaba si las maratones realmente eran lo mío, treinta después solo podía pensar en mi siguiente.

Por eso, terminada esta carrera me vuelvo a preguntar. ¿Por qué corremos? No lo sé a ciencia cierta. Pero intuyo que tiene algo comunitario y algo de personal. Lo comunitario es esto que nos une y nos obliga a saludar a estas personas que comparten nuestras mañanas día a día y que luego vemos de civil en la calle. Los vemos en el grifo, en el supermercado, con sus nietos, con sus papás, yendo a la universidad. Casi como ver a Clark Kent en la calle sabiendo que es Superman. Cuando nos saludamos, corriendo o de civiles, reconocemos que algo nos une, como si compartiéramos todos un secreto que ninguno termina de articular. En parte por eso corremos. Porque compartimos el secreto y lo queremos hacer con más personas y por más tiempo.

Lo personal es más fácil de entender. Es la adicción al sentimiento de cruzar la meta. Las caras de felicidad desde que cruzábamos la Av. Arequipa hasta República de Panamá para mí lo explican todo. La depresión también. Quiero sentir la meta otra vez. Quiero volver a la carrera. No desde el kilómetro cero, sino mil kilómetros más atrás. En el malecón, el golf, el Pentagonito, en Armendáriz, donde sea, haciendo la chamba de dieciséis semanas para cruzar otra meta.

Quizás ese es el secreto. Nos saludamos todas las mañanas, a veces con tan poca luz que nos cuesta reconocernos y nos sonreímos porque compartimos el secreto, hablando sin hablar.

-Buenos días. ¿Tú también sabes cómo se siente llegar a la meta, no?

Para todos esos corredores, esos llamados locos, que nos cruzamos día a día por las calles de Lima, fue un placer compartir una meta más este domingo. ¿Cuándo lo hacemos de nuevo?

 

Autor: Michel Seiner
Seinauer & Cia.

 

 

 


Sobre mí:

Mi nombre es Michel Seiner. Corro desde el 2006, hace como 30kg. He corrido cuatro maratones y no recuerdo cuántas medias. Tengo 34 años y mi plan de largo plazo es clasificar a Boston a los 60. Mientras tanto, pienso escribir sobre correr en este espacio.

Luego de trabajar muchos años en la industria gastronómica fundé Seinauer & Cía, una compañía de restaurantes que ve proyectos propios y de terceros. También dicto en la facultad de Hotelería, Turismo y Gastronomía de la USIL.

Siempre me gustó escribir. Cada vez que hay un concurso de cuentos postulo. Nunca he ganado uno, ni siquiera mención honrosa. Pero me llena de alegría hacerlo. Hoy lo hago también en mi blog, Boom Gastronómico de Semana Económica.

Este blog es para compartir emociones, historias e impresiones sobre correr. No es un repositorio de información técnica. Si lo que buscan es encontrar cómo ir más rápido o cómo entrenar mejor, habrá que buscar en otro sitio. Si encuentran uno bueno, avisen. A ver si algún día bajo las 3:50.

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